Las personas que han pasado por situaciones relacionadas con acoso, pueden ver gravemente afectada su salud mental, tanto a corto como largo plazo. Esto afecta negativamente en su vida y desarrolla problemas, que van desde falta de autoestima hasta pensar en quitarse la vida.
Es más, distintas investigaciones del NICHD sugieren que los jóvenes víctimas de bullying en cualquiera de sus formas, tienen tendencia a desarrollar depresión, ansiedad o baja autoestima, en comparación con quienes no han sufrido ningún tipo de violencia.
Además, el estudio asegura que los jóvenes que se han visto relacionados con situaciones de acoso, son más propensos a caer en el consumo de sustancias, bajo rendimiento académico y a ejercer violencia en los demás, a lo largo de su vida. En tanto, el cyberbullying también aparece en el informe, y se menciona que las personas afectadas por este tipo de violencia, son las más propensas a desarrollar depresión.
Respecto a los acosadores, el estudio demostró que quienes realizan está práctica, con el tiempo desarrollan comportamientos antisociales, es decir, problemas en su establecimiento educacional y comportamientos agresivos en su vida cotidiana, que les impide tener lazos de amistad duraderos.
Pero, no solo se vieron afectadas las personas que directamente participan en el caso de acoso, sino que el estudio también asegura que quienes participan de manera indirecta, es decir, observan o guardan silencio respecto al caso de violencia, se ven afectados por ansiedad y estrés.
¿Quiénes pueden ayudar a los jóvenes? Los padres, profesores y adultos que se relacionan con los niños y niñas son quienes pueden captar si el menor sufre alguno de estos síntomas, y ayudarle en el proceso de superación. Peleas o miedo a ir al colegio, culpar a otros de sus problemas o bajas calificaciones son señales de lo que le puede estar pasando.