La pandemia fue un remezón a nivel mundial, en donde todas las rutinas se tuvieron que adaptar a nuevas modalidades, y el área educacional no fue la excepción. Para directivos, profesores y estudiantes, toda su cotidianidad se trasladó a una pantalla digital y plataformas de transmisión.
A partir de esta dinámica, el concepto de Convivencia Escolar Digital se amplió. Si bien antes de la pandemia ya se conocía este término, principalmente por las relaciones que tenían los estudiantes en plataformas como Discord o los videojuegos a los que ingresaban, la pandemia generó un “boom”, en donde se comenzó a analizar los tipos de acoso que se realizan por estos medios, la relación de los jóvenes y mucho más.
Pero, cuando hablamos de Convivencia Escolar Digital, nos referimos a la relación entre todos los integrantes de la comunidad escolar, es decir, estudiantes, docentes, directivos y familias, pero mediante canales digitales. Cuando esas intervenciones no se dan en el marco del respeto, aparecen los conflictos, que pueden generar quiebres y situaciones como ciberbullying.
Sin embargo, la tecnología puede actuar como un medio que profundiza estos conflictos que se dan fuera del ambiente escolar físico, o bien, un “puente” de resolución frente a las distintas problemáticas que surgen.
Ante eso, es imperativo que los establecimientos educativos cuenten con un reglamento interno que se adapte a las nuevas problemáticas digitales, y brindar instancias para hablar sobre violencias digitales como ciberacoso, mobbing o sexting.
Sin dudas, las nuevas tecnologías plantean nuevos desafíos para quienes trabajan en el área educacional, comprendiendo el funcionamiento de las lógicas de socialización y las herramientas que estos medios ofrecen para apoyar, contener y reparar la convivencia escolar.