Comprendiendo la composición de las aulas

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noviembre 6, 2023

Diversos(as) autores(as) han enfatizado la importancia tanto del entorno como de los grupos sociales en que se desenvuelven y conviven directa y constantemente los(as) niños(as) y adolescentes a lo largo de su vida. En esta línea, convivir directamente se entiende como el ejercicio de las relaciones personales mediante proximidad física, basada en el principio de imitación y aprendizaje sociocultural [1].

En este sentido, tanto la familia y la escuela como el acceso a otros grupos de pertenencia, donde se concreta la convivencia directa, son ámbitos privilegiados para el aprendizaje de habilidades sociales, siempre y cuando estos contextos puedan proporcionar experiencias positivas para adquirir comportamientos sociales, ya que se aprende de lo que se observa, de lo que se experimenta (propias acciones) y de los refuerzos que se obtienen en las relaciones interpersonales [2].

Uno de los grupos de pertenencia en que los(as) niños(as) y adolescentes ejercen más prolongadamente la convivencia directa es en los cursos o aulas escolares. Las aulas se comprenden como entornos de comportamiento que existen durante largos periodos de tiempo, proporcionando amplias oportunidades para la interacción social y el desarrollo de una estructura de grupo con propiedades reconocibles [4].

A la vez, la literatura ha reconocido que una clase, como multitud, tiene la posibilidad de desarrollar una personalidad definida y esa personalidad puede observarse desde donde se encuentra el(la) profesor(a) [5]. Asimismo, se ha evidenciado que en los cursos escolares, los(as) estudiantes pueden adquirir habilidades antisociales y antidemocráticas debido al entorno en el que se desarrollan, pero también adoptan comportamientos en la interacción con este grupo -y otros- en sus contextos de ocio [6]. De esta manera, comprender las dinámicas que se dan dentro de un grupo social curso en diferentes momentos, es fundamental en diversos sentidos.

A continuación presentamos evidencia del impacto de la composición del aula en diversos ámbitos, entendiendo la composición de un grupo curso como la diversidad socioeconómica, racial, cognitiva, y de personalidades por la cual está conformada una sala de clases.

Importancia de comprender lo que pasa dentro del curso/aula

Comprender lo que ocurre dentro de un curso y la composición de las clases resulta importante dado que tiene implicaciones en distintos ámbitos. Por un lado, algunos(as) autores(as) han indagado en que la composición de las clases influye en los resultados del aprendizaje y el rendimiento de los(as) estudiantes, en tanto, impacta en el origen de diferencias en la enseñanza y el aprendizaje de éstos [7], adicionalmente, se evidencia que la composición y contexto de un grupo curso puede tener impactos en las competencias lingüísticas del estudiantado [8]. Por otro lado, se ha estudiado la relación existente entre diversidad étnica y participación de los(as) estudiantes, encontrando resultados diversos en relación con esta asociación [9].

Otros autores argumentan que es esencial comprender la composición de las aulas y sus interacciones para, de esta manera, promover la equidad y la inclusión en la educación, garantizando que todos los(as) estudiantes tengan igualdad de oportunidades [10].

¿Cómo puedo conocer la composición de mi aula?

Si bien ha quedado claro que la composición del grupo curso está directamente relacionado con diversos factores de interés para las comunidades educativas, no es trivial entender o cuantificar dicha composición y sus dinámicas. En otras palabras, las comunidades educativas conocen a sus estudiantes y tienen nociones respecto a las interacciones (ejemplo: relaciones muy tensionadas) que ocurren al interior de ellas, pero dada la enorme cantidad de información que se deriva desde las interacciones dentro y fuera del aula (ejemplo: redes sociales o juegos en línea) no es posible manejar dicha información a cabalidad.

Consecuentemente, los sociogramas son aliados invaluables para comprender, cuantificar y optimizar la dinámica del aula, y de esta forma, obtener mejores resultados de aprendizaje y convivencia. Uno de los beneficios más inmediatos es su capacidad de identificar perfiles de interacción de estudiantes basados en su estatus social dentro del aula, por ejemplo, estudiantes aislados o rechazados. Un rápido vistazo a un sociograma puede revelar qué estudiantes tienen menos conexiones con sus compañeros. Reconocer estos casos sociales permite a los educadores tomar medidas proactivas, como actividades grupales estructuradas o mentoría entre pares, para fomentar un ambiente de aula más inclusivo. Esta intervención temprana puede beneficiar el bienestar emocional de los estudiantes aislados, haciéndolos más comprometidos y participativos tanto en actividades académicas como no académicas.

Otra ventaja importante de los sociogramas radica en su capacidad para resaltar la compleja red social del aula, incluida la existencia de clanes o subgrupos. Conocer estas dinámicas puede ayudar a los profesores a adaptar sus métodos de enseñanza y asignaciones de grupo de manera más efectiva. Por ejemplo, un profesor puede optar por asignar grupos de trabajo diferentes para fomentar la diversidad y una interacción social más amplia, o aprovechar estos grupos unidos para proyectos colaborativos donde la confianza preexistente puede llevar a mejores resultados. Además, al analizar quién interactúa positivamente con quién, los docentes pueden obtener información sobre diversos estilos y preferencias de aprendizaje, lo que les permite adaptar sus estrategias de enseñanza para lograr la máxima participación. Estos mapas visuales también sirven como un estudio longitudinal, mostrando cómo cambian las relaciones con el tiempo, lo que permite al educador evaluar la efectividad de cualquier intervención o cambios que hayan implementado. Incluso se puede usar esta información para el rediseño de cursos.

En resumen, conocer la composición social del curso permite tomar acciones concretas para mejorar los puntos débiles o situaciones de riesgo, siendo justamente ahí donde los sociogramas pueden apoyar en mayor medida.

Bibliografía

[1] Bandura, A. (1963). Social learning and personality development. Alianza Universidad

[2] Lacunza, A. B., & de González, N. C. (2011). Las habilidades sociales en niños y adolescentes. Su importancia en la prevención de trastornos psicopatológicos. Fundamentos en humanidades, 12(23), 159-182.

[3] Henry, N. (Ed.). (I960). The dynamics of instructional groups. Sociopsychological aspects of teaching and learning. Chicago: University of Chicago Press.

[4] Barker, R (1968). Ecological psychology: Concepts and methods for studying the environment of human behavior. Stanford: Stanford University Press.

[5] Waller, W. (1932). The sociology of teaching. New York: Wiley.

[6] Holguin Alvarez, J. A., Ledesma Pérez, F. E., Montañez Huancaya, A. P., & Cruz Montero, J. (2020). Aggressive school communities: transformation of coexistence through artivist education methods.

[7] Hattie, J. A. (2002). Classroom composition and peer effects. International Journal of Educational Research, 37(5), 449-481.

[8] Dollmann, J., & Rudolphi, F. (2020). Classroom composition and language skills: the role of school class and friend characteristics. British Journal of sociology of Education, 41(8), 1200-1217.

[9] Janmaat, J. G. (2012). The effect of classroom diversity on tolerance and participation in England, Sweden and Germany. Journal of Ethnic and Migration studies, 38(1), 21-39.

[10] Mayordomo Saiz, R. M., & Onrubia Goñi, J. (2016). El aprendizaje cooperativo (Vol. 389). Editorial UOC.

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