Bullying y ciberacoso son dos dinámicas grupales que se perpetúan en el tiempo. Ante esto, es importante concientizar a la parte pasiva que su aprobación o desaprobación puede servir para mantener o detener casos de acoso escolar, en cualquiera de sus formas.
No involucrarse puede ser interpretado como estar a favor, o en caso contrario, apoyar a la víctima puede tener un impacto grande, impulsando a detener las agresiones. Pero, para esto es fundamental modificar la forma en que el agresor y la víctima se relacionan con sus pares.
Tanto víctimas como agresores de ciberbullying suelen desarrollar consecuencias como estrés, depresión, ansiedad, baja autoestima y rendimiento académico, pensamientos suicidas y dificultades para socializar.
¿Qué pueden hacer los adultos para prevenir el ciberbullying?
- Conversar sobre cómo son las relaciones a través de Internet, cómo se sienten ellos y aconsejar sobre cómo pueden ayudar a crear un clima más positivo en las redes.
- Premiar lo bueno, la empatía y la solidaridad. Tan importante como reforzar y felicitar los logros académicos o deportivos, es hacerlo por su modo de ser con otros.
- Enseñar cómo apoyar a quien está siendo agredido. Buscar ideas sobre cómo demostrar apoyo, de manera inmediata en la red o incluso después. Un llamado o un mensaje de apoyo siempre ayuda al que está sufriendo.
- Promover el apoyo grupal. Enseñar a intervenir en agresiones de forma grupal, o al menos ponerse de acuerdo con otros para no reírse ni apoyar a quien está siendo agresivo.
- No esperar a que la situación se transforme en ciberbullying. Aunque las situaciones no sean sostenidas en el tiempo o intencionales, pueden causar un daño severo.
- Siempre motivar a que las situaciones se hablen con un adulto de confianza, aunque en el pasado hayan tenido respuestas negativas.
Factores asociados al ciberbullying
- Mayor frecuencia de uso de tecnologías: significa también mayores probabilidades de involucrarse o ser testigos de eventos de ciberbullying. Así también, estar siempre pendiente puede prolongar una situación.
- Conductas de riesgo en redes sociales e internet: entre ellas, publicar material e información privada o vulnerable, aceptar e interactuar con desconocidos, realizar publicaciones que puedan malinterpretarse, podrían llevar a peleas y agresiones online. También el uso de plataformas que promueven el anonimato y la creación de material desaparece estarían asociados a este riesgo.
- Desconexión moral y empática: una menor capacidad de ponerse en el lugar del otro, de legitimar acciones con excusas y de no prever las consecuencias de los actos que ocurren online, estarían asociados a mayores posibilidades de involucrarse en agresiones a otros. O al menos, a no detener una situación que puede reiterarse en el tiempo.
- Bullying cara a cara: generalmente los agresores que dañan cara a cara continuarán las acciones a través de redes sociales, y de este mismo modo las víctimas cara a cara serían víctimas online.
- Rechazo de los pares: no tener una red de contención de los amigos cercanos, o directamente ser rechazado, también aumentaría la posibilidad de involucrarse en acciones de bullying como agresor o víctima. Esto es fundamental porque el impacto que tendría el bullying en una víctima disminuiría cuando recibe apoyo y consuelo, a pesar de vivir una agresión.
- El grupo cercano: generalmente si el grupo de amigos más cercano valora positivamente el bullying, habrá mayor presión social mientras que, si lo rechaza, probablemente se detendrá.
- Menores niveles de bienestar: baja autoestima, ansiedad y soledad también estaría relacionado con involucrarse, como agresor y como víctima.
Te podría interesar: Día internacional del déficit atencional